Opinión

La agonía silenciosa de la ganadería en el norte de México

  • Por Enrique Guerrero
La agonía silenciosa de la ganadería en el norte de México

Por: Enrique Guerrero.

La ganadería en el norte de México atraviesa una de sus crisis más profundas y silenciosas. Los ganaderos, hombres y mujeres que durante generaciones han cuidado la tierra y criado el ganado con esfuerzo y dignidad, hoy enfrentan un escenario que pone en riesgo su subsistencia, su legado, y la continuidad misma del campo.

Los ranchos ya no son lo que eran. Muchos han dejado de ser autosuficientes para convertirse en actividades subsidiadas, sostenidas más por la nostalgia y el amor a la tierra que por la rentabilidad. El ingreso por la venta de ganado no alcanza para cubrir los costos crecientes de producción, insumos, transporte y mantenimiento. En muchos casos, la ganadería se sostiene gracias a trabajos externos donde sus dueños generan un ingreso, desaparecieron los apoyos gubernamentales que ayudaban un poco en sostener la producción y no se digan los créditos para reaccionar o avíos .

Uno de los aspectos más alarmantes es la falta de sucesión generacional. Los hijos de los ganaderos ya no quieren seguir en el campo. No es que les falte amor por la tierra, es que el modelo actual ya no es viable. La juventud, enfrentada a un panorama de incertidumbre, escasez de agua, bajos precios y falta de apoyo técnico, migra a las ciudades o elige otros caminos. Con ellos se va el conocimiento, la cultura y la identidad de un México profundo que se está desdibujando.

El cambio climático no ha hecho más que agravar esta situación. Las sequías prolongadas, cada vez más frecuentes, están acabando con los pastizales, reduciendo la capacidad de carga de los ranchos y elevando los costos de alimentación. Los animales mueren no por enfermedad, sino por hambre y sed. Y como si fuera poco, hoy enfrentamos la amenaza del gusano barrenador, una plaga que pone en jaque al ganado, al ingreso familiar y al bienestar animal.

Esta es una emergencia no solo ganadera, sino social, cultural y ecológica. Si el campo muere, muere una parte vital de México. Es urgente revalorar al productor, invertir en prácticas regenerativas que restauren la fertilidad del suelo y la resiliencia del paisaje, y generar políticas públicas que vayan más allá del asistencialismo y fomenten la permanencia digna en el campo.

Porque aún estamos a tiempo. Aún hay hombres y mujeres decididos a luchar por su tierra. Pero necesitan apoyo real, visión a largo plazo y un país que no les dé la espalda .

Únete a no quedarnos más callados y que nos escuchen a los que dignamente aportamos y alimentamos al mundo , que está crisis del Gusano se Capitalice y surja un Nuevo Campo