Buen Domingo

GENES SOMOS Y EN LOS SIGLOS ANDAMOS

  • Por lujardo
GENES SOMOS Y EN 
LOS SIGLOS ANDAMOS

Por Ricardo Luján

Bien podrías imaginar -con algún mínimo porcentaje de posibilidad de que sea cierto-, que el bisabuelo de tu “tataratataratatarabuelo” se dedicaba a vender esclavos, pujante actividad económica en el mineral de Santa Bárbara hace apenas unos cuatrocientos años.

Tal vez acertarías si se te llegara a ocurrir que el tono oscuro de tu piel, tu fortaleza física, labios gruesos y pelo chino se debe a que algunos de tus antepasados llegaron en familia a bordo de barcos ingleses al puerto de Veracruz, para de ahí emprender agobiante y peligrosa travesía hasta llegar a Parral, en el remoto año del Señor de 1635, para ser vendidos en el popular mercado de esclavos de la recién fundada capital del mundo.

Por otro lado ¿Creerías si te dijeran que el bisabuelo paterno de tu tatarabuela materna trabajaba en el ayuntamiento del Real de Minas de San Felipe, allá por 1794, desempeñándose como verdugo, quien se encargaba de ponerles la soga al cuello a los condenados a morir en la horca municipal, instalada en la plaza Merino, a unos metros de la Catedral de Chihuahua..?

O que un familiar cercano de aquellos lejanos tiempos, carpintero de oficio, se encargó de reparar dicho patíbulo público que se había medio desvencijado por la falta de uso, según afirman algunos historiadores aunque otros aseguran que fue por lo mucho que se usaba.

¿Te has puesto a cavilar por qué tienes ojos rasgados, pelo lacio, te encanta el arroz y la comida cantonesa? Tal vez sea porque desciendes de algún chino o alguna chinita que se perdieron en el bosque de Aldama y luego de encontrarse al final se quedaron a vivir en Naica.

O supón que provienes de un lejano predesesor que se ganaba la vida en la honorable ocupación de ajustador en la época de la Ley de Cabelleras, cuyo trabajo nada tenía que ver con salones de estética ni peluquerías, sino consistía en recibir, clasificar y almacenar melenas, orejas y cabezas de indios, así como establecer el monto del pago correspondiente, empleo bien remunerado en los principales ayuntamientos de la entidad durante las Contratas de Sangre.

Si todo es posible en la paz, contimás en la guerra. Además, genes somos y en el camino de los tiempos andamos.

Tú que no vas al gym bien pudieras suponer que tu cardio, es decir tu resistencia cardiovascular, tan sorprendente se debe a los genes de aquellos nómadas de las llanuras que se desplazaban en inacabables caminatas.

Tal vez te expliques por qué eres tan bueno para los maratones si descubres que desciendes de algún tarahumara y heredaste los pies ligeros.

A lo mejor esos ayunos intermitentes te vienen tan bien debido a que estás genéticamente preparado para las malpasadas porque tus ancestros navajos pasaban largas jornadas sin comer, por falta de comida, aunque algunos estudiosos juran que los apaches aguantaban tanto porque se aturraban de peyote, y entonces ni Joaquín Terrazas ni Mauricio Corredor les aguantaban el paso.

¿Y esos cuadritos del estómago que conservas aún sin hacer abdominales ni matarte en el gimnasio? Seguro los tienes por el ADN de aquellos negros o comanches, producto de la friega diaria que se llevaban picando piedra en las minas los primeros, y los segundos cazando búfalos, asaltando viajeros y poblados, persiguiendo caras pálidas o huyendo de ellos.

Por un momento imagina que tu perfil de apache se debe a que, efectivamente, heredaste ese rasgo de algún ancestro chiricagua extraviado hace unas doscientas primaveras en la Sierra de la Amargosa, Julimes, y que vino a recalar a la villa de San Felipe, donde se hizo perdedizo entre la indiada.

Puede ser mucho cine o exceso de  imaginación, pero nunca se sabe, uno llega a la vida cuando ya está muy avanzada la película.

Son siglos y siglos, genes sobre genes viajando  en el tiempo y el espacio, y algo nos debe llegar de ese trajín genético, pues los apaches descienden de mongoles que cruzaron el estrecho de Bering hace milenios.

Dios no lo quiera pero sorpresas como éstas pudieras encontrar si te dedicas a investigar tu árbol genealógico, que no se anda por las ramas para ubicarnos a cada quien en su lugar. 

Datos históricos: Diccionario de Historia, Biografía y Geografía Chihuahuenses, de Francisco R. Almada.